Todos conocemos a ese chico que nunca saca la cabeza de sus libros, que corre a ver la adaptación cinematográfica de su cuento favorito o que no para de escribir. Con "la cabeza en las nubes" escrito en su expediente académico, se sabía el discurso de memoria; talento y potencial en camino, pero demasiado esquivo. Ese chico soy yo. El que prosiguió sus estudios siguiendo todas las normas teóricas, que dejó de creer en ese mundo imaginario durante un tiempo porque en eso consistía la vida, antes de decir basta. Para mí, la vida es escribir, es lo que me permite evadirme y ver la vida real, y poner todo eso en escena es más que una pasión, es una necesidad.